Pocas rutas merecen el esfuerzo tanto como esta. Y no es que haya sido fácil. Niebla, frío, escarcha en las pestañas, en la bici en los guantes y hasta en la entrepierna. La mañana no prometía grandes cosas. He llegado al parque puntual y el primero. ¿vendría alguien más? Era una duda razonable. Pronto llega Javi W. y me pilla manipulando colillas. De cigarro, claro. Así he resuelto un pequeño inconveniente en las pilas del piloto nuevo. Los hombres somos así: todo lo arreglamos… como podemos. Después llega Ricardo; bien: ya tenemos guía. Y Mauri, Cirilo, Paco; muchas tracias por el blog. Espero y procuraré que sea útil. Después llega José María, Pablo, Adela; ole: otro punto a favor, o dos. Alguien dice que Ana Turri vendrá. No sé; con la mañana que hace y las horas que son… Pues sí, ha venido. Creo que los he mentado como a los artistas: por orden de aparición. No hay tregua. El frío exige calor muscular. Por Pagos del Vicario ya parecíamos hombres y mujeres de las nieves. El caso es que no estábamos tan feos. Pasamos Picón, Matabestias y el ambiente no mejora. La subida de la alta tensión se pone tensa desde el principio; áspera, escarpada y muy empinada. Menos mal que hice acopio de toda mi voluntad y mi sabiduría para administrar las fuerzas, y así conseguí llegar veinte metros más arriba. El resto andando, y mal. Ricardo promete y promete que al llegar a lo alto veremos el mar de nubes. Y efectivamente, cuando miré a mi alrededor seguía habiendo niebla. Ni sol ni playa ni barcos; mecachis en la mar. Bueno, pero mirando arriba se clarea algo el sol. Es cuestión de subir unos metros más; pues vamos al mirador de Gatos. Pues vale. Allí sí que da el sol, pero estamos a la misma altura que la niebla; no hay perspectiva. Quizá subiendo a la torre de vigilancia; ¡ay Señor!, con lo ruinoso que está esto. No creo que se hunda hoy. Arriba las vistas sí que eran espectaculares. Valles rellenos de algodón, cumbres que emergen como islas, sol y menos frío. Recreamos la vista y reponemos fuerzas. Bajamos hacia el Almagrero y pronto nos sumergimos en la niebla. Es como entrar en un congelador. La idea de la cervecita final ya me empieza a rondar como único aliciente del resto de la ruta. Pues no. Todavía hay una sorpresa gratificante. El antiguo camino tan inaccesible por la invasión vegetal y sus márgenes labrados cada vez con más inquina, han desembocado en una iniciativa generosa. Parece ser que Javi W. y algunos amigos se tomaron la molestia de podar chaparros y remover obstáculos lo suficiente como para pasar bajo la vegetación. Ha quedado un sendero precioso y divertido. Gracias. Ahora sí que el regreso es conocido: la Cañada, el muro del Vicario, camino de Valdoro y a la biblioteca. Inconvenientes, pocos; algún cable que lubricar, algún cambio que retocar, alguna “pajarilla” minúscula, y frío hasta el final. Vinitos, cervecitas y charla de buenos colegas. Misión cumplida.
Toda la semana pendientes de la amenaza de lluvia. Amanece y ha llovido. Hay nubes y claros. Se ve la luna. Hay que hacer la ruta. En el Parque de Gasset lo de siempre; el premio a la puntualidad es la espera. Bueno, no; hoy el premio ha sido de verdad. Primero los cinco más veteranos, porque viejos no hay ninguno. Mauri, Cirilo, Ricardo, Paco López y yo. Ya había quien presagiaba lo de domingos anteriores: cuatro o cinco asistentes. Llega Chema; ya somos seis. Después Javi W, Cristina, Santi, Ramón, Ana, Pablo, Mamen y Manu. Ya decía que hoy hubo premio. Pero aún hubo más: nuestra gran Conchi volvió después de un periodo de ausencia y nos trajo a Carlos, su cuñado. Ya veremos si le hemos gustado. Tiene pinta de ser un buen fichaje. Si vuelve, lo confirmaremos. El recorrido fue de los que hacen afición. A partir de El Vicario, la Cañada Real y sendas angostas hasta el Ceñon. Rápida bajada a Picón. Algunos aprovechamos para lavar piñón y cadena, ya que el abundante barro del camino hacía chirriar los mecanismos. Y hacia el collado Morrón del Puerto y la Agropecuaria del Puerto. Giro hacia la Encebra, pero; ¡ay! El paso estaba cortado por montería. Breve debate y se improvisa alternativa: hacia la carretera de Porzuna y a Picón otra vez. Recorrido ameno; paisaje precioso, casi primaveral; clima casi benigno, salvo el viento de vuelta, que nos causó retraso; pocas averías y bien resueltas, y un ambiente y convivencia como en los mejores tiempos. Lo peor: muchos no pudimos quedarnos a las cañas; no sé si alguien se quedó. Lo mejor es lo que me falta por contar. Nuestro gran Ricardo, en vista de algunas protestas por los inconvenientes del barro en las bicis, hizo uno de sus alardes de erudición. Con retórica contundente y dialéctica precisa dio una lección magistral de higiene mecánica como para sentar cátedra. Lamentablemente, quien no estuvo presente perdió una buena ocasión para engrosar su acervo en materia ciclista. Y digo lamentablemente porque yo, humilde cronista, no seré capaz de repetir la lección de manera tan brillante. Pero, vamos; vino a decir que no hay porqué lavar las bicis después de cada salida. Que basta con limpiar las partes en fricción. Es decir; piñón, cadena y platos. Hasta aquí creo que lo entendí. Tuve más problemas cuando quiso reforzar lo dicho recurriendo a un ejemplo. Buen sistema para los que somos de procesador lento. Parece ser que entre… “una vez y otra” (¡uy, casi se me escapa polvo!) no se cambian las sábanas. Conozco casos en que se cambian hasta cuarenta veces; porque me lo han contado, claro. Pero y las “partes” en fricción ¿qué? No cuadra el ejemplo. Todavía no cojo el concepto.
Cuidad Real a 19 de febrero de 2017 Jesús Guerrero
Muchas gracias, Adela. Ya ves que intentamos recuperar buenas costumbres. Todavía no hay mucha gente que se anime a escribir. Recuerdo alguna de tus crónicas pasadas. Ven y participa, eres nuestra.
Que conste que yo no fumo ni soy mujer, pero consultaré al doctor para asegurarme de que no debo rectificar. Pweo si la semana que viene no consigu diagnóstico te consultaré a ti; no sé: me gusta más tu ciencia.
Un pasito atrás en el número de asistentes. Primer domingo de marzo. Domingo de Piñata. Vemos los preparativos del desfile de Carnaval. El Séptimo Piñón pasa; ¿o no? Los que acudimos a la cita vamos a lo nuestro: la ruta. Pero somos menos; solo siete, pero ¡qué siete! Después de la nevadita de ayer el campo estaba jugoso, el ambiente fresco, en algún momento cierta neblina que no llegó a ser lluvia. Fuimos por la Vereda de El Vicario y el cerro de El batán. Bordeamos el embalse, pasamos por el muro hacia la Cañada Real; unos por el camino, otros por la senda de la rampa brusca. Nos juntamos en la cañada casi sincronizados, subimos a la falda de la Peña de Picón. Cualquiera hubiera dicho que el camino era desagradable de tanto barro. Pero después de conocer el teorema de las sabanas, el asunto se lleva mejor. El campo está vivo. Los almendros nos inundan de su aroma. Cualquier claro, cubierto de alfombras verdes salpicadas de esas minúsculas florecillas, que cada año buscan su sitio en el calendario como preludio de la primavera que ya viene. La que pretendía ser parada de reagrupamiento terminó siendo de avituallamiento por obra y gracia de Cirilo, que nos convidó a rosquillos artesanales y sustanciosos. Al principio tuvimos algún reparo, nada serio; cuestión de buenos modales. Bajamos hacia la Casa de Santa María, pasamos el puente y tomamos la rivera por la margen izquierda. Entramos a El Sedano por un carril poco transitado y, a pesar de las dudas previas del gran Ricardo, pudimos llegar al vértice geodésico. Y digo pudimos porque los adelantados no tuvieron paciencia para esperarnos a Javier y a mí. Nos los encontramos de vuelta cuando estábamos a punto de llegar. Y a partir de ahí por los caminos de la zona regable hasta La Pradito. El buen humor de Mauri, la compañía de Vicente Ruiz y Pablo, tres cubos de cerveza y tres raciones. Una mañana perfecta; bueno, casi perfecta: a algunos y algunas os echamos de menos. Otra vez será. No pasa nada; solo es un pasito atrás.
Estupenda ruta la de este domingo. Grata compañía. Ricas y fresquitas cañas. Tuve que asumir el lugar de Cristina y contar a los companentes. Cris, todo correcto. Paco, Roberto tiene fotitos chulas... ya sé que estás de vacaciones, merecidas, pero venga, volveros ya... Vale, sí, me caí, pero mu tonta... Ah... Javier bajó una cuesta difícil y se puso muy contento. Y nos adelantó a todos en la subida dura de la ruta (que no sé como se llama) Está como un toro.
A las nueve de la mañana aún no se ve el sol por culpa de algunas nubes. El pronóstico es lluvia y se espera que hoy bajen las temperaturas, no hay viento y el día promete ser perfecto para salir en bici. En el parque van apareciendo los bikers que participarán en esta ruta: Javier, Mauri, Cristina, Román, Pablo, Paco II, dos nuevos participantes Gregorio y Jaime, y el eventual sherpa Paco III, con el cargo adjudicado como en la mili, es decir voluntario a la fuerza. Cuando ya no se espera que aparezcan más participantes, las hordas del Séptimo se dirigen a Cerro Gordo por el camino de Sancho Rey. Al llegar allí, desde la altura, detrás de algunos chaparros – lo único verde – se vislumbra el valle del Guadiana con sus colores amarillos propios del verano y algunas tablas del río que rompen la monotonía de este paisaje. Al bajar al valle y abrir la cancela de una valla aparecemos casi al lado del Vado del Guadiana, el cual es cruzado por todos los participantes subidos en la bici. Cuando digo todos subidos en la bici, es todos, por si a alguien se le ocurre pensar que alguno de los componentes lo vadearon andando. Tras atravesar el Vado del Guadiana nos dirigimos al Caserío de Benavente, en el que antes de llegar se aprecia la belleza de algo de verde entre tanto secarral, es el Arrollo de Pradosenda que atraviesa el camino con sus aguas cristalinas. Vadear este arroyo no es una gran hazaña pero ayuda un poco a embellecer nuestra aventura. Desde Benavente nos dirigimos a Alcolea de Calatrava, pero antes nos refrescamos con agua de la Fuente del Peligro, que sacamos con un bote y una cuerda. Esta fuente es una amplia poza con bastante profundidad y con un agua tan clara y fresca que su imagen en nuestra mente provoca el deseo de disfrutar de esta bebida. Llegando a Alcolea, entre insinuaciones y bromas, surge el problema de siempre, es decir, acortar la ruta sin pasar por el pueblo. Definitivamente se opta por pasar por Alcolea y tomar la cañada real como se hizo en esta misma ruta el año anterior. Tras pasar al lado de la Laguna del Bú – que como siempre está seca – hacemos el descanso en una fuente próxima a la carretera N-430. Allí nos hacemos el correspondiente selfie y apreciamos como el cielo se ha tornado de un color gris plomizo amenazando con la ansiada lluvia. Nuestro próximo destino es el cementerio de Picón. En el tramo del camino en que a la izquierda queda la Laguna de la Camacha y a la derecha el Monte Arzallosa, comienza a apretar la lluvia. Las ruedas se tornan de color rojizo y la paja junto con el barro se pegan en la horquilla amenazando donuts en la ruedas. Tras pasar el tercer paso canadiense cambia el tipo de terreno y nuestros temores disminuyen, pero aparece otro inconveniente, el camino está cortado por una gran cantidad de vacas con unos cuernos que dan miedo. Al pasar un tractor abre una brecha entre ellas, pero hay que darse prisa en pasar porque las vacas pueden volver a cerrar el camino. Desde picón, pasando por Las Casas de Santa María, nos dirigimos a Las Casas. Allí tras la incesante pero agradable lluvia, decidimos volver a Ciudad Real por el camino de Sancho Rey que está asfaltado y evitar el camino al que llamamos El Interminable. Justo cuando tomamos el asfalto cesa la lluvia y hasta llegamos secos a la caña, que hoy toca en el Recinto Ferial. La grata compañía y la amena tertulia hace que la caña se alargue y nos cueste trabajo levantar el culo de la silla.
Pocas rutas merecen el esfuerzo tanto como esta. Y no es que haya sido fácil. Niebla, frío, escarcha en las pestañas, en la bici en los guantes y hasta en la entrepierna. La mañana no prometía grandes cosas.
ResponderEliminarHe llegado al parque puntual y el primero. ¿vendría alguien más? Era una duda razonable. Pronto llega Javi W. y me pilla manipulando colillas. De cigarro, claro. Así he resuelto un pequeño inconveniente en las pilas del piloto nuevo. Los hombres somos así: todo lo arreglamos… como podemos.
Después llega Ricardo; bien: ya tenemos guía. Y Mauri, Cirilo, Paco; muchas tracias por el blog. Espero y procuraré que sea útil. Después llega José María, Pablo, Adela; ole: otro punto a favor, o dos. Alguien dice que Ana Turri vendrá. No sé; con la mañana que hace y las horas que son… Pues sí, ha venido. Creo que los he mentado como a los artistas: por orden de aparición.
No hay tregua. El frío exige calor muscular. Por Pagos del Vicario ya parecíamos hombres y mujeres de las nieves. El caso es que no estábamos tan feos. Pasamos Picón, Matabestias y el ambiente no mejora. La subida de la alta tensión se pone tensa desde el principio; áspera, escarpada y muy empinada. Menos mal que hice acopio de toda mi voluntad y mi sabiduría para administrar las fuerzas, y así conseguí llegar veinte metros más arriba. El resto andando, y mal.
Ricardo promete y promete que al llegar a lo alto veremos el mar de nubes. Y efectivamente, cuando miré a mi alrededor seguía habiendo niebla. Ni sol ni playa ni barcos; mecachis en la mar. Bueno, pero mirando arriba se clarea algo el sol. Es cuestión de subir unos metros más; pues vamos al mirador de Gatos. Pues vale. Allí sí que da el sol, pero estamos a la misma altura que la niebla; no hay perspectiva. Quizá subiendo a la torre de vigilancia; ¡ay Señor!, con lo ruinoso que está esto. No creo que se hunda hoy. Arriba las vistas sí que eran espectaculares. Valles rellenos de algodón, cumbres que emergen como islas, sol y menos frío. Recreamos la vista y reponemos fuerzas.
Bajamos hacia el Almagrero y pronto nos sumergimos en la niebla. Es como entrar en un congelador. La idea de la cervecita final ya me empieza a rondar como único aliciente del resto de la ruta. Pues no. Todavía hay una sorpresa gratificante. El antiguo camino tan inaccesible por la invasión vegetal y sus márgenes labrados cada vez con más inquina, han desembocado en una iniciativa generosa. Parece ser que Javi W. y algunos amigos se tomaron la molestia de podar chaparros y remover obstáculos lo suficiente como para pasar bajo la vegetación. Ha quedado un sendero precioso y divertido. Gracias.
Ahora sí que el regreso es conocido: la Cañada, el muro del Vicario, camino de Valdoro y a la biblioteca. Inconvenientes, pocos; algún cable que lubricar, algún cambio que retocar, alguna “pajarilla” minúscula, y frío hasta el final. Vinitos, cervecitas y charla de buenos colegas. Misión cumplida.
Buena crónica Jesús, asi da gusto leer.
EliminarHigiene ciclista
ResponderEliminarToda la semana pendientes de la amenaza de lluvia. Amanece y ha llovido. Hay nubes y claros. Se ve la luna. Hay que hacer la ruta. En el Parque de Gasset lo de siempre; el premio a la puntualidad es la espera. Bueno, no; hoy el premio ha sido de verdad. Primero los cinco más veteranos, porque viejos no hay ninguno. Mauri, Cirilo, Ricardo, Paco López y yo. Ya había quien presagiaba lo de domingos anteriores: cuatro o cinco asistentes. Llega Chema; ya somos seis. Después Javi W, Cristina, Santi, Ramón, Ana, Pablo, Mamen y Manu. Ya decía que hoy hubo premio. Pero aún hubo más: nuestra gran Conchi volvió después de un periodo de ausencia y nos trajo a Carlos, su cuñado. Ya veremos si le hemos gustado. Tiene pinta de ser un buen fichaje. Si vuelve, lo confirmaremos.
El recorrido fue de los que hacen afición. A partir de El Vicario, la Cañada Real y sendas angostas hasta el Ceñon. Rápida bajada a Picón. Algunos aprovechamos para lavar piñón y cadena, ya que el abundante barro del camino hacía chirriar los mecanismos. Y hacia el collado Morrón del Puerto y la Agropecuaria del Puerto. Giro hacia la Encebra, pero; ¡ay! El paso estaba cortado por montería. Breve debate y se improvisa alternativa: hacia la carretera de Porzuna y a Picón otra vez. Recorrido ameno; paisaje precioso, casi primaveral; clima casi benigno, salvo el viento de vuelta, que nos causó retraso; pocas averías y bien resueltas, y un ambiente y convivencia como en los mejores tiempos. Lo peor: muchos no pudimos quedarnos a las cañas; no sé si alguien se quedó.
Lo mejor es lo que me falta por contar. Nuestro gran Ricardo, en vista de algunas protestas por los inconvenientes del barro en las bicis, hizo uno de sus alardes de erudición. Con retórica contundente y dialéctica precisa dio una lección magistral de higiene mecánica como para sentar cátedra. Lamentablemente, quien no estuvo presente perdió una buena ocasión para engrosar su acervo en materia ciclista. Y digo lamentablemente porque yo, humilde cronista, no seré capaz de repetir la lección de manera tan brillante. Pero, vamos; vino a decir que no hay porqué lavar las bicis después de cada salida. Que basta con limpiar las partes en fricción. Es decir; piñón, cadena y platos. Hasta aquí creo que lo entendí. Tuve más problemas cuando quiso reforzar lo dicho recurriendo a un ejemplo. Buen sistema para los que somos de procesador lento. Parece ser que entre… “una vez y otra” (¡uy, casi se me escapa polvo!) no se cambian las sábanas. Conozco casos en que se cambian hasta cuarenta veces; porque me lo han contado, claro. Pero y las “partes” en fricción ¿qué? No cuadra el ejemplo. Todavía no cojo el concepto.
Cuidad Real a 19 de febrero de 2017
Jesús Guerrero
Ya se sabe, Picón Paraíso Ciclista. Gran cronista, D. Jesús. Que conste que nosotros si cambiamos las sábanas entre cliente y cliente ;-P
EliminarBravo Jesús, una buena crónica y muy amena.
EliminarQue bien escribes, Jesús. Te equivocaste de profesión ;-)
Eliminarhay quien entre vez y vez no solo cambia las sabanas, sino las mantas, el colchón y hasta la cama
Eliminar¡Magníficos la crónica y el blog!
ResponderEliminarQuién se atreva, que le pregunte al sherpa porqué es mejor no fumar ...y en especial las mujeres ;-D
¡Saludos!
Muchas gracias, Adela. Ya ves que intentamos recuperar buenas costumbres. Todavía no hay mucha gente que se anime a escribir. Recuerdo alguna de tus crónicas pasadas. Ven y participa, eres nuestra.
EliminarQue conste que yo no fumo ni soy mujer, pero consultaré al doctor para asegurarme de que no debo rectificar. Pweo si la semana que viene no consigu diagnóstico te consultaré a ti; no sé: me gusta más tu ciencia.
Eliminar¡Ji, ji, mejor a él, mejor a él!
EliminarEl Sedano
ResponderEliminarUn pasito atrás en el número de asistentes. Primer domingo de marzo. Domingo de Piñata. Vemos los preparativos del desfile de Carnaval. El Séptimo Piñón pasa; ¿o no? Los que acudimos a la cita vamos a lo nuestro: la ruta. Pero somos menos; solo siete, pero ¡qué siete!
Después de la nevadita de ayer el campo estaba jugoso, el ambiente fresco, en algún momento cierta neblina que no llegó a ser lluvia. Fuimos por la Vereda de El Vicario y el cerro de El batán. Bordeamos el embalse, pasamos por el muro hacia la Cañada Real; unos por el camino, otros por la senda de la rampa brusca. Nos juntamos en la cañada casi sincronizados, subimos a la falda de la Peña de Picón. Cualquiera hubiera dicho que el camino era desagradable de tanto barro. Pero después de conocer el teorema de las sabanas, el asunto se lleva mejor.
El campo está vivo. Los almendros nos inundan de su aroma. Cualquier claro, cubierto de alfombras verdes salpicadas de esas minúsculas florecillas, que cada año buscan su sitio en el calendario como preludio de la primavera que ya viene.
La que pretendía ser parada de reagrupamiento terminó siendo de avituallamiento por obra y gracia de Cirilo, que nos convidó a rosquillos artesanales y sustanciosos. Al principio tuvimos algún reparo, nada serio; cuestión de buenos modales.
Bajamos hacia la Casa de Santa María, pasamos el puente y tomamos la rivera por la margen izquierda. Entramos a El Sedano por un carril poco transitado y, a pesar de las dudas previas del gran Ricardo, pudimos llegar al vértice geodésico. Y digo pudimos porque los adelantados no tuvieron paciencia para esperarnos a Javier y a mí. Nos los encontramos de vuelta cuando estábamos a punto de llegar.
Y a partir de ahí por los caminos de la zona regable hasta La Pradito. El buen humor de Mauri, la compañía de Vicente Ruiz y Pablo, tres cubos de cerveza y tres raciones. Una mañana perfecta; bueno, casi perfecta: a algunos y algunas os echamos de menos. Otra vez será. No pasa nada; solo es un pasito atrás.
Ciudad Real 5 de marzo de 2017
Estupenda ruta la de este domingo. Grata compañía. Ricas y fresquitas cañas. Tuve que asumir el lugar de Cristina y contar a los companentes. Cris, todo correcto. Paco, Roberto tiene fotitos chulas... ya sé que estás de vacaciones, merecidas, pero venga, volveros ya... Vale, sí, me caí, pero mu tonta... Ah... Javier bajó una cuesta difícil y se puso muy contento. Y nos adelantó a todos en la subida dura de la ruta (que no sé como se llama) Está como un toro.
ResponderEliminarCERRO GORDO – PICÓN
ResponderEliminarA las nueve de la mañana aún no se ve el sol por culpa de algunas nubes. El pronóstico es lluvia y se espera que hoy bajen las temperaturas, no hay viento y el día promete ser perfecto para salir en bici. En el parque van apareciendo los bikers que participarán en esta ruta: Javier, Mauri, Cristina, Román, Pablo, Paco II, dos nuevos participantes Gregorio y Jaime, y el eventual sherpa Paco III, con el cargo adjudicado como en la mili, es decir voluntario a la fuerza.
Cuando ya no se espera que aparezcan más participantes, las hordas del Séptimo se dirigen a Cerro Gordo por el camino de Sancho Rey. Al llegar allí, desde la altura, detrás de algunos chaparros – lo único verde – se vislumbra el valle del Guadiana con sus colores amarillos propios del verano y algunas tablas del río que rompen la monotonía de este paisaje. Al bajar al valle y abrir la cancela de una valla aparecemos casi al lado del Vado del Guadiana, el cual es cruzado por todos los participantes subidos en la bici. Cuando digo todos subidos en la bici, es todos, por si a alguien se le ocurre pensar que alguno de los componentes lo vadearon andando.
Tras atravesar el Vado del Guadiana nos dirigimos al Caserío de Benavente, en el que antes de llegar se aprecia la belleza de algo de verde entre tanto secarral, es el Arrollo de Pradosenda que atraviesa el camino con sus aguas cristalinas. Vadear este arroyo no es una gran hazaña pero ayuda un poco a embellecer nuestra aventura. Desde Benavente nos dirigimos a Alcolea de Calatrava, pero antes nos refrescamos con agua de la Fuente del Peligro, que sacamos con un bote y una cuerda. Esta fuente es una amplia poza con bastante profundidad y con un agua tan clara y fresca que su imagen en nuestra mente provoca el deseo de disfrutar de esta bebida.
Llegando a Alcolea, entre insinuaciones y bromas, surge el problema de siempre, es decir, acortar la ruta sin pasar por el pueblo. Definitivamente se opta por pasar por Alcolea y tomar la cañada real como se hizo en esta misma ruta el año anterior. Tras pasar al lado de la Laguna del Bú – que como siempre está seca – hacemos el descanso en una fuente próxima a la carretera N-430. Allí nos hacemos el correspondiente selfie y apreciamos como el cielo se ha tornado de un color gris plomizo amenazando con la ansiada lluvia.
Nuestro próximo destino es el cementerio de Picón. En el tramo del camino en que a la izquierda queda la Laguna de la Camacha y a la derecha el Monte Arzallosa, comienza a apretar la lluvia. Las ruedas se tornan de color rojizo y la paja junto con el barro se pegan en la horquilla amenazando donuts en la ruedas. Tras pasar el tercer paso canadiense cambia el tipo de terreno y nuestros temores disminuyen, pero aparece otro inconveniente, el camino está cortado por una gran cantidad de vacas con unos cuernos que dan miedo. Al pasar un tractor abre una brecha entre ellas, pero hay que darse prisa en pasar porque las vacas pueden volver a cerrar el camino.
Desde picón, pasando por Las Casas de Santa María, nos dirigimos a Las Casas. Allí tras la incesante pero agradable lluvia, decidimos volver a Ciudad Real por el camino de Sancho Rey que está asfaltado y evitar el camino al que llamamos El Interminable. Justo cuando tomamos el asfalto cesa la lluvia y hasta llegamos secos a la caña, que hoy toca en el Recinto Ferial. La grata compañía y la amena tertulia hace que la caña se alargue y nos cueste trabajo levantar el culo de la silla.
Ciudad Real, 27 de agosto de 2017
Paco Lopez.